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jueves, 2 de agosto de 2012

Cambio de poder será histórico

Será la segunda ocasión en que un presidente saliente le entregue la banda presidencial a un nuevo
gobernante del mismo partido.

Es la primera vez que un gobernante electo por el pueblo entrega el poder a otro gobernante electo por el pueblo (…) me toca la gloria que sea de mi propio partido, el Revolucionario Dominicano (PRD), el compañero doctor Salvador Jorge Blanco”. Esta cita, extraída de la edición de elCaribe del 5 de junio del 1982, transcribe las palabras expresadas por el presidente Antonio Guzmán, sobre su satisfacción de pasar a Jorge Blanco la antorcha del poder, acción que no pudo materializar, porque la madrugada del 4 de julio de ese mismo año se suicidó con un fulminante balazo en la cabeza.

Guzmán aludía un momento sin precedentes en la vida política de República Dominicana. Pues, ciertamente, fue el PRD el primer partido que pasó el mando gubernamental a un Presidente de la misma agrupación política. Treinta años después, la historia se repite, pero en un partido distinto y en circunstancias verticalmente opuestas a las que precedieron la juramentación de Jorge Blanco como el tercer presidente constitucionalmente electo del PRD. El primero fue Juan Bosch.

El próximo 16 de agosto, será al presidente Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), a quien le corresponderá pasar la banda presidencial a su compañero de partido, Danilo Medina.

Es un momento distinto, sin lugar a dudas. En el 1982, la transferencia de poder en el partido blanco fue precedida por la lucha feroz entre dos dirigentes de la envergadura de Guzmán y Jorge Blanco. Los encontronazos abiertos y soterrados entre estos dos colosos del perredeísmo histórico venían desde la convención del 1978, aquel proceso interno que sumió al PRD en una de las crisis más agudas y prolongadas que hasta ese año había enfrentado esa agrupación.

Fueron momentos difíciles. El PRD estaba prácticamente dividido en dos grandes bandos. Por un lado, un poderoso sector que representaba el aparato estatal en la persona del presidente Antonio Guzmán, y en el otro extremo, una tendencia con gran influencia social y en las bases perredeístas.

El pugilato entre Jorge Blanco y Guzmán comenzó a cobrar forma en la convención del 1978, cuando los parciales del segundo unieron fuerzas con el grupo liderado por Jacobo Majluta para enfrentar y derrotar al primero.
Fue necesaria la firma de un pacto que cedía la presidencia del PRD y la candidatura a senador del Distrito Nacional a Jorge Blanco.

Desde el Senado, Jorge Blanco le hizo la vida imposible al presidente Guzmán, rechazándole o incidiendo en el repudio de importantes iniciativas enviadas por el Ejecutivo al Congreso Nacional. Y desde su rol como aspirante a la presidencia de la República, Jorge Blanco fue aun mucho más implacable con Guzmán, a quien incluso llegó a acusar de “sembrar escollos y espinas en el camino electoral victorioso de nosotros y del PRD”.

Los ataques de Salvador y las respuestas de Guzmán trascendían incluso los enfrentamientos normales entre dos dirigentes de fuerzas políticas contrarias. Cada uno formó tienda aparte.

Guzmán y su vicepresidente Majluta se alinearon en el grupo “Unidad de Acero” y Jorge Blanco y sus acólitos en la “Avanzada Electoral”.

Y así se mantuvieron, batiéndose en un ‘tú me dices y yo te digo’, que terminó solo aquel infausto 4 de julio del 1982, cuando el presidente Guzmán puso fin a su vida y con ella a las rebatiñas con Salvador, quien el 16 de agosto de ese año fue juramentado Presidente, aunque fue a Majluta, en su condición de vicepresidente de la República, al que finalmente le correspondió entregarle el poder.

Ataques postmortem

La embestida de Salvador hacia Guzmán y su gestión de gobierno fueron más allá de su fatídica muerte.

Pues, en su discurso de toma de posesión ante la Asamblea Nacional, el 16 de agosto del 1982, le enrostró la siguiente acusación: “el gobierno pasado, que encabezó su titular originario, a medida que se aproximaba el período de su terminación, se fue haciendo más corruptible, emparentándose visiblemente con el que le correspondió substituir el 16 de agosto del 1978 (el ex presidente Joaquín Balaguer)”.

Salvador le achacó igualmente a Guzmán, ser el principal responsable de la crisis económica que vivía el país en aquellos años, a su juicio como “consecuencia de los graves desaciertos del gobierno que hoy finaliza (…)”. Paradógicamente, tras finalizar su gobierno, Salvador fue juzgado y encarcelado por corrupción.

Danilo recibirá sin rebatiñas internas

Leonel Fernández, en cambio, entregará a Danilo el timón de la administración pública en un ambiente sosegado, con el camino despejado y un partido organizado; le deja solo los compromisos inherentes a los asuntos de Estado. Las diferencias entre ambos dirigentes, contadas veces públicas, fueron resueltas y disueltas haciendo honor al dicho de que “los trapos sucios se lavan en casa”. Después de todo, los alumnos más aventajados del profesor Bosch lograron unificar criterios para darle a esa organización su cuarta victoria electoral, las tres últimas de forma consecutiva. Así, tranquilo y relajado, recibirá Danilo Medina la codiciada silla presidencial de su compañero y amigo Leonel Fernández. Sin pleitos ni resentimientos grupales que puedan poner en la cuerda floja la ejecución de su programa de gobierno.

Guzmán a Salvador
Es la primera vez
que un gobernante electo por el pueblo entrega el poder a otro gobernante electo por el pueblo. Me toca la gloria que sea de mi propio partido, el PRD”.

Salvador a Guzmán
El gobierno pasado, que encabezó su titular originario, a medida que se aproximaba el período de su terminación, se fue haciendo más corruptible”.



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