Los datos reflejan una ligera diferencia con los reportes dados por la Policía Nacional, que recoge aún más casos en los primeros 9 meses del año con 1,819 homicidios, y con los del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, cuya cifra es de 1,830. Ambas estadísticas están contenidas en un documento elaborado por la Procuraduría.
A esos factores les siguen los homicidios vinculados directamente con la delincuencia, con un total de 565, en el mayor número aquellos cometidos para robar, para despojar de vehículos y por asuntos de droga.
En un tercer lugar de esa clasificación se ubican los homicidios cometidos por miembros de las instituciones policiales y militares, con 161.
La mayoría de las víctimas fueron jóvenes, que tenían entre 18 a 34 años, con un 49.94%, seguido de personas entre 35 a 51 años, con un 22.85%. Es de noche cuando se producen más homicidios, según las estadísticas de la Procuraduría, el 55.89% entre las seis de la tarde a seis de la mañana.
El uso de armas de fuego predomina con un total de 1,172 muertas a balazos, frente a 447 con armas blancas.
Para los restantes 197 homicidios no se especifican los instrumentos utilizados.
Los sábados y domingos han sido los días en que más muertes se han registrado durante el año, según el informe.
Manuel María Mercedes, representante de los Derechos Humanos, y el sociólogo Juan Miguel Pérez atribuyen este auge de los homicidios a la falta de oportunidades y a la ausencia de una estrategia de prevención.
“Las autoridades no han establecido estrategias para combatir las causas que generan la violencia y la delincuencia”, indicó.
Mientras que el sociólogo Juan Miguel Pérez le da una explicación social a este fenómeno. El incremento de los casos lo sitúa también en el deterioro progresivo de las estructuras sociales dominicanas. Percibe que las acciones de las autoridades han fallado, por la aplicación deficiente y discriminatoria de la ley.
En su opinión, no se necesita la aplicación de una “mano fuerte”, sino la firme decisión política de prevenir estos acontecimientos y las intenciones y contextos sociales que los producen.
Esto implica, dice, una mejor escuela, una cancha de deportes en el barrio, oportunidades de empleo meritorio y decente para los jóvenes, en fin, todo aquello, que desde niño, pueda orientar a los miembros de la nueva generación de dominicanos.
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