Lo que prometía ser un viaje de fin de curso para el recuerdo terminó ayer en un sonado fracaso para un grupo de cien estudiantes de un colegio judío de Nueva York que fueron expulsados de un avión por no quedarse sentados y por no apagar los teléfonos móviles como indicó la tripulación.
El incidente tuvo lugar a primera hora de la mañana de ayer en un vuelo de la compañía AirTrain que debía despegar del aeropuerto de LaGuardia, uno de los que da servicio a Nueva York, con destino a la ciudad de Atlanta.
"No se sentaban y algunos usaban sus móviles aunque se les pidió que no lo hicieran. Al ver que no atendían a las solicitudes de la tripulación, incluido el capitán, se les pidió que abandonaran el avión", afirmó el portavoz de la aerolínea, Brad Hawkins.
El colegio Yeshiva de Flatbush, en el barrio de Brooklyn, dijo a través de su director, el rabino Seth Linfield, que se toma "muy en serio" lo ocurrido y abrirá su propia investigación, aunque a priori considera "injustificada" la medida de la compañía.
El avión de la línea de bajo coste AirTrain, propiedad de Southwest, tenía previsto viajar de Nueva York a Atlanta y salió finalmente con 45 minutos de retraso debido al incidente, añadió el portavoz de la compañía.
Los profesores que acompañaban a los estudiantes en su viaje de fin de curso a Atlanta aseguraron que los miembros de la tripulación "actuaron de manera desproporcionada" e hicieron "una montaña de un granito de arena", según dijo Marina Wielgus a la cadena CNN.
La maestra reconoció que a algunos estudiantes hubo que decirles hasta en dos ocasiones que se sentaran y apagaran sus teléfonos móviles, pero consideró que la tripulación exageró y criticó que se expulsara del vuelo a todos los estudiantes.
"Nos trataron como si fuéramos terroristas. Nunca había visto nada igual. Creo que si hubiésemos sido un grupo de estudiantes no religiosos no nos habrían expulsado del avión", dijo, por su parte, uno de los alumnos, Jonathan Zehavi.
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