Los hechos sucedieron en Trujillo, en el norte del país. El esposo engañado, tras atravesar la iglesia y llegar a un aposento que parece la sacristía o un despacho donde hay una cama, graba unos segundos del acto sexual y luego irrumpe ante los amantes, sin apagar la cámara.
La empleada aseguró más tarde al canal que era forzada por el sacerdote José Antonio Boitrón, quien la acosaba, y sostiene que el embarazo de cuatro meses es producto de estas relaciones. Ahora le reclama no solo el reconocimiento de la paternidad sino también una indemnización por los quince años de servicios trabajados.
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