NUEVA YORK.- Para los latinos hay ciertas carnes de animales que son una delicia y más en épocas especiales como el Día de Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo, así como en bodas, cumpleaños y otras celebraciones, como el puerco por ejemplo, un animal cuya crianza en países subdesarrollados implica un gasto económico enorme.
Sin embargo, en el condado de Queens (Nueva York), hay una familia italiana encabezada por el señor Danielle Forgione que no quiere un puerco para comérselo. El hombre compró un "lechón" hace algunos meses para tenerlo permanentemente como mascota en su hogar y llega más lejos, señalando que ese animal sirve no sólo para que los niños lo acepten, jueguen y lo amen, sino para que aprendan el "sentido de la responsabilidad".
Raras veces se ve a personas teniendo a puercos como mascotas en sus hogares, una práctica prohibida por leyes estatales y municipales de Nueva York, pero Forgione que bautizó su cerdo como "Petey", está luchando en la justicia para que un tribunal revoque la decisión del Departamento de Salud de arrebatarle su mascota, arguyendo que es ilegal tener en residencias y criar cerdos en la ciudad.
"Además de tener una mascota, estamos enseñando a nuestros hijos que una vez que hacen un compromiso, son responsables por cualquier medio necesario", dijo el propietario del cerdo en disputa.
Funcionarios de salud alegan que los cerdos representan un potencial problema de salud y que sólo se permite que estén en zoológicos, hospitales para animales, centros veterinarios y en exhibirlos con los permisos oficiales, pero nunca mantenerlos como mascota.
Dijeron que los lechones son muy propensos a contagiarse y contagiar rabia, además de que si por descuido no se les mantiene bañados diariamente, limpios y en lugares apropiados, sus heces y el fétido olor que despiden son elementos de alta contaminación para los otros.
Después de meses de tener el puerco en su casa, la cooperativa propietaria del edificio ha amenazado a la familia Forgione con desalojarla de la vivienda.
El médico le recomendó a Forgione comprar una mascota después de la muerte de su hermano, para que el animal ayudara a la familia a mitigar el dolor, pero nunca le dijo que fuera un puerco.
Forgione argumenta que sus hijos son alérgicos al pelo de cualquier otro animal que no sea un cerdo y por ello, decidió comprarlo el lechón para llevarlo a su residencia.
Ha recibido varias citaciones del Departamento de Salud y advertencias en las que se le amenaza con que las autoridades se llevarán el animal de la casa.
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