Televisión, radio, prensa y publicidad, son vehículos de comunicación cargados de comodines y muletillas. Resulta extraño que muchos comunicadores no se dediquen a grabar sus transmisiones, con el fin de corregir recurrencias viciosas que, en algunos casos son tan marcadas, que molestan, dejando la sensación de que quien las usa posee pobres recursos para diversificar su vocabulario.
Cuando a finales de los ’80 apareció el libro “In search of Excellence”, su impacto fue tal que provocó a un mar de empresas adoptar la palabra “Excelencia”, hasta el límite del abuso. Lo mismo ocurrió después con “Tecnología de Punta”: ahora todos proclaman tenerla. Otro comodín que ha perdido fuerzas, es el de contar con “un equipo humano altamente entrenado y capacitado”. En muchos casos no pasa de enunciado, porque cuando se intercambia con ese equipo, defrauda al cliente por incapacidad o descortesía. Y no se diga de “contribuyendo al desarrollo nacional”, que emite un fuerte olor a demagogia. No se dan cuenta de que tanto manosear estos términos culmina en incredulidad por parte del consumidor. Parece increíble que en pleno 2013 todavía haya anuncios donde se invite “a nuestra distinguida clientela”, como en los años del comienzo de la radio, y se vendan “aires acondicionados” en vez de “acondicionadores de aire”. Y hay quienes insisten en que se detallen dos números telefónicos de la empresa al final del spot, lo que crea bloqueo y confusión.
La televisión y la radio están cada vez más llenas de “comunicadores” cuya principal cualidad es el atractivo físico. Pocos saben modular la voz, por lo que hablan a gritos atropellando al oyente. Aunque algunos han tomado la profesión en serio y cultivan su intelecto, los más son ecos que repiten las mismas frasecitas hechas. Las palabras más usadas son “Definitivamente” y “Por supuesto”. Para referirse al emperifollado de alguien, se escucha únicamente el manoseado: “Estás espectacular”, por lo que todos terminan “espectacularmente vestidos”, y punto.
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